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miércoles, 19 de junio de 2013

Villa Clara es otra vez Villa Clara



En una sola noche quedaron atrás casi dos décadas de infortunio. Como en los cuentos clásicos, la maldición se rompió cerca de la medianoche, en el mismo lugar donde comenzara hace 18 años: el estadio Sandino de Santa Clara.

Para la generación de quienes arriban ahora a la mayoría de edad, la garra antológica de los equipos anaranjados era solo una leyenda feliz, cosa del pasado, un mito de padres, tíos y abuelos, nada más.

Las estadísticas muestran al Villa Clara como el conjunto más estable de la última década, pero los números no cuentan si las vitrinas permanecen vacías de premios.

Hasta ahora faltó el remate de la coronación; mientras que se repetía, una y otra vez, el maleficio: Villa Clara llegará a la final, pero tendrá que hincarse de rodillas, derrotado.

Apenas un par de batazos decisivos bastaron para trocar la fatalidad en feliz ventura. En una noche de calor los dioses de la pelota —si es que existen— levantaron el pulgar, sonrieron, y la legendaria garra anaranjada pudo entonces, por quinta ocasión, atrapar los sueños y hacerlos realidad.

Sin varita mágica ni espaldarazos de la suerte, la tropa villaclareña recuperó el rótulo que merece como uno de los más grandes equipos de las Series Nacionales: Villa Clara volvió a ser, por fin, otra vez Villa Clara.

El final de la película



El quinto partido entre matanceros y villaclareños solo fue el final de una larga película que comenzó meses atrás y donde hubo de todo, comedia y tragedia, drama y suspense…

Mucho ocurrió durante el partido, pero el final de la sexta entrada quedará clavado como una puntilla en la mente de quienes presenciaron el desafío.

Con bases llenas, el pelotero fetiche del Villa Clara, Ariel Pestano, pegó jonrón por el jardín izquierdo, ahogó a los Cocodrilos en su propio pantano y casi puso firma definitiva al encuentro.

Con el batacazo de Pestano la afición del Sandino gritó como nunca antes se ha gritado en estadio alguno. El máscara anaranjado decidió otra vez, demostró su calidad y se vengó de la mejor manera posible de su no participación en el Clásico Mundial.

El coro de miles de aficionados que miraban fijo hacia el mentor de los Cocodrilos destapó todo el morbo contenido por meses: «¡Pestano es de equipo Cuba!... ¡Pestano es de equipo Cuba!...».

Uno de los Cinco es naranja

Entre todo el público reunido en el Sandino estuvo también el Héroe cubano, René González, uno de los cinco antiterroristas apresados injustamente en los Estados Unidos en 1998 y el único que ha podido regresar a la Patria hasta el momento.

Antes del comienzo del choque, René, junto a su familia, saludó a los atletas de los equipos finalistas y tendió manos y prodigó sonrisas a muchísimos de los aficionados presentes en el estadio.

El Héroe llegó vestido de un color neutral, aunque muchos conocían de su preferencia por el equipo local. Al término del partido la fanaticada le exigió que vistiera un pulóver naranja y René ya no se hizo de rogar.

La fuerza de los refuerzos

Mucho se ha hablado de los refuerzos que escogió Ramón Moré en febrero pasado. Desde el principio los comentaristas dijeron que el timonel naranja había seleccionado bien, pese a no resultar favorecido en el sorteo, pero era sobre la grama donde se validaba o no el criterio de selección.

No sin cierta dosis de mala intención algunos aducirán ahora que la victoria de Villa Clara obedece, sobre todo, a la actuación de los refuerzos, hombres que no son «anaranjados de nacimiento».

Casi nadie ha notado, en cambio, que la actuación destacada de un refuerzo no solo depende de la calidad del pelotero, sino también del equipo que lo cobija.

Los fanáticos villaclareños han asumido como suyos a estos refuerzos no solo por sus cualidades deportivas, sino por su postura en el juego diario. En más de una entrevista, Edilse Silva y Jonder Martínez han declarado sentirse como en casa, en el seno de un conjunto que recibió a todos los refuerzos con los brazos abiertos.

El mérito no es tan solo de los «importados», también merece una ovación el intento exitoso de crear una familia entre los jugadores, técnicos y el equipo de dirección. Los refuerzos del Villa Clara han sido los mejores, entre otras cosas, porque lograron aclimatarse y soñar sueños anaranjados.

Se rumora que algunos pretenden quedarse en Villa Clara, pero todo queda en el territorio brumoso de la especulación. Lo que sí es seguro es que la inmensa mayoría de los aficionados desearía volver a ver a Jonder, Edilse, Manduley, Varona y Danel vistiendo la franela anaranjada. ¿Podrá ser?

La leyenda y el futuro

Para la leyenda quedará, entre otras muchas anécdotas, la excelente labor de Freddy Asiel Álvarez en la postemporada. Sus victorias ante Cienfuegos y Matanzas y la impresionante cadena de ceros que eslabonó, lo ubicaron sin duda como el jugador más valioso de los play off.

Curiosamente, Villa Clara tardó 18 años para ganar un campeonato y obtuvo el título el 18 de junio, en una noche inolvidable.

Queda ahora por romper otro maleficio que, en los últimos años, condena al equipo campeón a no clasificar para la postemporada del campeonato siguiente. Ya ocurrió con Industriales, Pinar del Río y Ciego de Ávila. ¿Logrará Villa Clara conjurar esos demonios? Esperemos que sí.

Pero la pelota no descansa nunca. Ahora comenzará el debate y las valoraciones sobre la serie 52, el cambio de estructura, los refuerzos, la postemporada, la victoria naranja y el regreso de Cuba a las Series del Caribe.

Por lo pronto, todos los seguidores del Villa Clara de béisbol están de fiesta y dieciocho años de espera no se calman de un tirón.













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