Buscar este blog

lunes, 25 de noviembre de 2013

Masturbaciones


Ha mirado triste la mancha de esperma en el piso. Aún está tibia, brillante —«hecha de perlas derretidas», dijo un poeta—, mientras el agua del baño la mueve lentamente hacia el desagüe oscuro y final.

En la preadolescencia alguien le dijo, con malísima fe, que el semen no era otra cosa que secreciones de la médula espinal. Que masturbarse no solo era inmoral, también lo dejaría tullido o paralítico. Pero el placer inmediato siempre pudo más que los temores y el recelo.

Ahora, ya adulto —y sin rasgos de parálisis— hojea la prensa y encuentra la noticia. Escandalizado, tira el periódico y corre al baño. Va a cometer un crimen que nunca pagará. ¿Lo juzgamos?

2 comentarios:

Publicar un comentario